jueves, 10 de noviembre de 2011

Incorrección política

"La libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír" George Orwell 

Ya estamos en el ecuador de la campaña, al menos lo que se entiende por campaña electoral oficial, que de la extraoficial llevamos meses y aunque la duración es de 15 días parece tan, tan larga que la sola idea que 8 días más por delante hacen que una tenga ganas de huir sin volver la vista atrás.
Y no porque los candidatos nos estén dibujando un futuro podrido, no, nada de eso, dan ganas de huir porque los hasta ahora representantes del pueblo español y aspirantes a volver a serlo se pasean por la piel de toro absolutamente ajenos a la realidad.
Todos los discursos  son,  además de ofensivos, de una baja talla intelectual como nunca hemos conocido en las historia de la democracia de este país, desde acusar a una candidata de ir de cama en cama  y llamar torpes a los votantes del Psoe (Diego Valderas de Izquierda Unida), hasta publicar un montaje donde la ministra de defensa sale con sus tetas al aire y llamar idiotas, también a los votantes del Psoe (González Pons del Partido Popular)  e incluso insinuar que una jueza, en el cumplimiento de su trabajo, tiene un romance con el alcalde de la capital de Andalucía (Alfonso Guerra del Psoe) y de aquí en más este es el tono de la campaña, como si no existieran 5 millones de desempleados, como si hubieran desaparecidos las listas de espera, como si la ley de  dependencia no estuviera paralizada, como si los trabajadores no hubieran visto recortados sus derechos para que los empresarios campen por sus respetos, como si a los pensionistas no les llegará el agua al cuello, como si la sanidad y la educación no se estuvieran deteriorando a pasos agigantados, como si la justicia no estuviera colapsada, como si no se hubiera santificado el trabajo precario, como si la gente más pobre no estuvieran siendo desahuciadas de sus casas,  como si no hubieran tomado las calles millones de personas para mostrar su indignación y rabia con la clase política y sus acciones. Como si este país no se hubiera convertido en un país triste, cabizbajo y atemorizado. Situaciones todas con visos de empeorar en caso de que sea la derecha más reaccionaria la que presida el próximo gobierno salido de las urnas.
En vista de que así está la cosa, lo ideal es no menearlo, que sí, que esto es la democracia,  callar y votar, que aquí nadie hace autocrítica, ni pide disculpas, ni explican que han hecho y porqué, ni lo que van a hacer ni porqué, tal y como decía una usuaria de twiter uno de estos días “Rajoy dice que no hará lo que ya está haciendo y Rubalcaba dice que hará lo que no está haciendo.” La mentira instaurada como discurso oficial.
Dicho esto  y siendo sincera, en este momentos las ganas que tengo de ir a votar son ningunas, repito, ningunas y me temo que lo que queda de campaña electoral no va a contribuir a motivarme. Siendo el derecho al voto uno de los que más ilusión me hace siempre ejercer.
Y no es que los candidatos sean penosos, que lo son y mucho, es que existe la evidente sensación de votar es un ejercicio que esta vez no va a servir de nada, ya van dos países lo de Europa en los que los gobernantes tienen que dimitir y son sustituidos por economistas muy conservadores y clasistas. Por la única razón de que la única ideología existente es el capitalismo salvaje, a manos de unos mercados que han encontrado en los políticos de principios del siglo XXI los mejores ejecutores de sus sueños neoliberales.
Y me avergüenza mucho que se trate de chantajear a los votantes con el cuento de que viene el coco si gobierna la derecha, esa derecha con las que todas las fuerzas políticas, todas, representadas en el parlamento han pactado y gobernado cada vez que lo han necesitado, que viene el coco cuando te privaticen los hospitales, cuando hay cientos de hospitales concertados con empresas privadas,  que viene el  coco cuando te quiten la educación pública, cuando no se construyen colegios y se conciertas con las órdenes religiosas más sectarias y así hasta llegar al escudo antimisiles, a la ocupación de Afganistán, a la barbarie Libia y por si esto fuera poco y que no va a cambiar gane quien gane, vienen Mariano y sus chicos y dicen que no quieren que los gays y lesbianas puedan casarse y que vamos a poder fumar en los bares de nuevo.
A mi, lo que de verdad me produce miedo, es que la gente sienta de verdad miedo, que la democracia sirva para seguir chantajeando, que la democracia sea solo votar y callar, que los mercados y sus cómplices políticos ejerzan una violencia sutil sin que por eso vayan a ser juzgados y encarcelados. Que el partido popular tenga la posibilidad de gobernar este país solo me produce vergüenza y mucha.
Si  a esto le añades que los políticos habla, hablan y hablan, aunque  sea sin decir nada, de escuchar ni hablamos, para ellos darle voz al pueblo es abrir las urnas cada cuatro años, el resto del tiempo nuestra única tarea consiste en pagar. El mundo se divide en dos, los que joden (unos pocos) y los que son jodidos (unos muchos) siendo en este caso el placer inexistente.
Solo un halo de esperanza me va a llevar a las urnas el próximo día 20 de noviembre, la posibilidad de que mis sobrinos vayan a crecer en un país donde la palabra terrorismo no volverá a pronunciarse  para referirse al hermoso país vasco.
Este post es un desahogo, la situación que vivimos me hace tremendamente infeliz, pero si de algo estoy absolutamente convencida es de que el futuro será los que los ciudadanos queramos que sea, mucho más allá de las urnas,  de lo contrario 21 siglos de historia no habrán servido de nada.
Mientras, haré oídos sordos la campaña, e iré a votar, porque el derecho al voto es algo que durante muchos años estuvo prohibido en nuestro país.

Pd. La mayoría de los habitantes de una ciudad sin nombre decide ejercer su derecho al voto de una manera inesperada. El gobierno teme que ese gesto revolucionario sea producto de una conjura anarquista internacional o de grupos extremistas desconocidos. Las cloacas del poder se ponen en marcha: los culpables tienen que ser eliminados. Y si no se hallan, se inventan.(Resúmen de Ensayo sobre la Lucidez, de José Saramago)