lunes, 10 de diciembre de 2012

Wideline

“Quiero llorar porque me da la gana” Federico García Lorca
Wideline es una chica haitiana que nació en el año 1980 y que en el año 2011 tuvimos la suerte de que fuera becada por la Sede Iberoamericana Santa María de La Rábida de la Unia para hacer un curso de experto en sistemas de información geográfica.
Ella supo de la existencia de esta universidad por un amigo, Jean Youbain, que años antes había estudiado dos posgrados con nosotros y que desafortunadamente el terremoto de 2010 lo arranco de nuestras vidas para siempre, aún lo estamos extrañando.
Wideline perdió en ese terremoto, amigos, casa, trabajo, sus padres se trasladaron al campo, y en la ciudad quedaron ella y su hermano. Todos conocemos la situación de Haití, así que no abundaré sobre ella.
No fue fácil para Wideline llegar a La Rábida, apenas hablaba español y los trámites se hicieron interminables, a consecuencia del  terremoto, España perdió su embajada en Haití y todos los trámites había que hacerlos en la República Dominicana donde los haitianos son considerados mano de obra barata y cualquier cruce de la frontera se convierte en un infierno, a los pobres solo les queda la oportunidad de cruzarla en bus, en un viaje que se convierte en una eternidad y sin saber cuál va a ser la respuesta para si España te concede una visa o no, afortunadamente y gracias a un estatus especial (consecuencia del terremoto) la pudo lograr.
Cuando llegó a La Rábida parecía un ser frágil, desamparado, pero la fuerza de su mirada era descomunal, la mirada de quienes lo han perdido todo pero pelean con uñas y dientes para salir adelante. Tímida y resuelta, seguía sus clases tratando de entender el idioma y rápidamente se hizo querer por todos los compañeros y el personal de dicha Sede. La calificación que sacó al final del curso fue un 6,73, todo un logro para quien desconoce la lengua en la que se impartió y con unas materias bastante duras y de largas jornadas.
Mientras asistía a dicho curso, tuvo conocimiento de un máster en gestión y conservación del medio natural, también de la Unia y de nuevo solicitó beca, beca que le fue concedida cuando ya había regresado a su país, un país, sin nada y con vida, con toda esa gente que lo ha perdido todo, pero no la fe para seguir viviendo.
Para volver a España, tuvo que emprender otra vez la misma travesía  para conseguir una visa, para entonces las cosas no estaban tan fáciles pues la crisis enseñaba sus garras, gracias a su tesón y empeño lo consiguió y en septiembre de 2011 volvía a estar con nosotros para recibir su máster, este se celebraba en otoño-invierno y ella, que viene de un país cálido no sabía que tenía que traer ropa de abrigo, entre otras cosas porque no tenía, en seguida la comunidad universitaria se movilizó para darle calor moral y corporal.
Aún recuerdo como lloré el día que llegó y me trajo unas artesanías de su país, sí, en Haití a pesar de la situación, se hacen artesanías, estaba orgullosa de ellas y eso que le dieron muchos problemas al embarcar en el avión porque pitaban y eran difíciles de guardar en una maleta,  ya forman parte de un lugar de honor en mi casa. No traía ropa de abrigo, pero se acordó de traerme un presente, no es más rico quien más tiene sino quien menos necesita.
Wideline, cuando terminó el máster en diciembre de 2011 decidió quedarse en España para hacer su tesis, sabía que en su país sería más complicado  y quería completar su trabajo, una vez salió de La Rábida buscó en Huelva un piso para alquilar y lo encontró, topándose con un casero que resultó ser un ladrón porque cuando decidió mudarse no se dignó devolverle la fianza aunque ella no se arredró y lo estuvo buscando hasta el final. Cuando acabó su tesis, el pasado mes de septiembre, volvió a su casa a encontrar el futuro.
Hoy he tenido la suerte de comunicarle que su tesis de máster ha sido aprobada por unanimidad por el tribunal evaluador  con un notable, una tesis encaminada a mejorar la vida del país en el que nació, en el que quiere vivir y donde quiere trabajar.
Su tesis tiene una larga lista de agradecimientos, en primer lugar ella agradece a Dios por darle fuerzas, Wideline es creyente algo que yo respeto profundamente aunque yo no lo sea. En segundo lugar me agradece a mí, un texto largo, en el que agradece mi apoyo incondicional y todo mi cariño y atención para poder graduarse. Esto no lo cuento para presumir, lo cuento porqué justo el día de hoy me parece importante resaltar el valor de la educación, de la solidaridad y la cooperación entre países para formar a los estudiantes, porque los recortes solo hacen daño a los que menos tienen y porque creo que el agradecimiento a mí es el agradecimiento a la universidad donde trabajo, que sin los estudiantes venidos de Latinoamérica no tendría sentido. Ella ha hecho a esta universidad más útil, necesaria  y mejor.
Wideline con su equipaje de valor y fortaleza es un espejo en el que mirarnos cuando decidimos pelear por miserias y su venida a España para completar su educación poner en valor que invertir en  educación es invertir en un futuro mejor.
A mí, conocer a Wideline me ha hecho mejor persona, porque la humildad, el valor  y la sinceridad son las mejores maneras de llegar al corazón de las personas y el corazón de ella es de un tamaño al que nos deberíamos acostumbrar. Wideline es una clase de amor de la que deberíamos aprender.

lunes, 29 de octubre de 2012

Martín

Hoy, a primeras horas de la mañana, nació mi sobrino Martín, se tomó su tiempo, pero llegó. Martín hace el sobrino noveno, pero la emoción ha sido la misma y con la misma intensidad que el primero, cuando decides no ser madre, los sobrinos se convierten en tu lugar en el mundo. Y este año la suerte ha sido serlo  por partida doble.
Martín no es el único niño que ha venido al mundo en el día de hoy, hay miles más y lo más probable es que no todos en las mismas circunstancias. Martín ha tenido la suerte de nacer en lo que conocemos como el primer mundo, con una gran sanidad hasta ahora pública y arropado por el amor y los sueños de sus padres, abuelos, tíos, primos y demás personas que rodean su vida.
En el silencio que suena estruendosamente en los hospitales durante la madrugada oyes todo,  las risas, los llantos, las voces, los pasos, los suspiros, las ausencias y hasta los planes que haces en tu cabeza cuando lleves a Martín al parque, a su primera película, a su primer día de cole, cuándo se celebre su primer cumpleaños, su primer diente, sus primeras risas.
Martín es un hijo deseado, un nieto deseado, un sobrino deseado, un primo deseado y por eso mismo esperado con muchas ganas.  Martín es un niño que merece crecer  en un mundo mejor,  por eso Martín es una razón más para no rendirse, para seguir peleando, para ser más y mejores. Porqué yo quiero que Martín sepa que el amor es el motor de la vida.
Martín  tiene preocupada a su madre porque no quiere comer de su teta, pero Martín aún no es consciente del hambre, de la desesperación, de la tristeza de no tener que comer, Martín es un bebe feliz, que se dedica con su venida al mundo a lo más difícil, hacer felices a quienes le rodean, no cualquiera hoy en día. Martín empieza y nos ayuda con su nacimiento a prepararse para ser un hombre libre y que los demás lo seamos también.
Hasta hoy Daniel, Darío, Mario, Manuel, Lucas, Victoria, Pepe y Pablo eran mi lugar en el mundo, hoy se amplía un poco más con la llegada de Martín. No sé qué es eso de ser mamá, pero puedo asegurar que ser tía, es la pera limonera.

lunes, 17 de septiembre de 2012

No estoy segura

No estoy segura de querer vivir en un país donde la mitad de sus habitantes celebra todo lo malo que, en lo personal, le suceda a la otra mitad,  aun  siendo yo parte a veces de estos malos deseos.
No estoy segura de querer vivir en un país donde si denuncias despidos y recortes de plantillas en medios para los que trabajas o colaboras, te mandan a la calle, sin pudor y con insultos y amenazas, cercenando la libertad de expresión.
No estoy segura de querer vivir en un país en el que la gente busca comida en la basura y la comparte con quienes menos tienen, algo cada día más visible en nuestras calles. Un país en el que la solidaridad entre trabajadores no existe, porque siempre nos resulta más fácil agredir al que hace huelga que al que causa la huelga con sus desmanes.
No estoy segura de querer vivir en un país en el que miles de jóvenes no pueden terminar sus estudios, porqué las tasas han subido de precios y las mayoría de las becas se han eliminado, acabando así con la posibilidad del acceso a todos a la educación.
No estoy segura de querer vivir en un país que niega visas a estudiantes, en función de cómo sean las relaciones diplomáticas en ese momento y que intereses económicos defiendan estas, no quiero vivir en un país que olvida su historia y se echa a pelear como perros rabiosos con Latinoamérica y África, dejando solo a parte de Europa como referente vital.
No estoy segura de querer  vivir en un país  en él que me puedo encontrar sentada en autobús en el que vienen inmigrantes senegaleses hablando de sus cosas y escuchar como un españolito soberbio les llama la atención diciéndoles que en España se habla español, porqué él no sabe si están hablando de poner una bomba robar a la gente (esto es verídico, lo escuché ayer domingo cuándo venía de la playa).
No  estoy segura de querer  vivir en un país que deja desatendido a dependientes que necesitan ayudas, a mayores que pasaron toda una vida trabajando para disfrutar de su jubilación, a inmigrantes que finalmente, solo vienen a enriquecernos, económica, personal y culturalmente.
No  estoy segura de querer  vivir en un país en el que pedir disculpas solo es válido para un monarca impuesto cuya trayectoria apesta y no es válido para quien permanece de manera injusta en la cárcel, sin más delito que ejercer la libertad de expresión. No quiero vivir en un país en el que se distingue y justifica la violencia según desde el poder que se ejerza.
No estoy segura de querer  vivir en un país en el que impera la doble moral y lo correctivo, donde hombres que gobiernan se creen con derecho a decidir por las mujeres, donde una iglesia abusadora y soberbia se permite el lujo de decirnos que hacer con nuestras vidas, haciendas y cuerpos sin predicar con el ejemplo.
No estoy segura de querer  vivir en un país anestesiado, paralizado, con el miedo por ideología, junto con la resignación. No estoy segura de querer vivir en un país triste, que pone triste a gente que quiero. No estoy segura de querer vivir  en un país desesperanzado y sin libertad. No estoy segura de querer vivir en este país llamado España, porque todo esto sucede aquí.
¿Qué podemos hacer? Ni idea, no encuentro respuestas, solo se lo que no quiero, que no es poco. Se admiten sugerencias.

lunes, 10 de septiembre de 2012

En días como hoy

“Tengo un compromiso con la alegría y no pienso rendirme” Paloma Jara
En días como hoy, un lunes cualquier de septiembre, cuándo no ha pasado el mejor fin de semana de tu vida, y la noche del domingo que se hizo para dormir permaneces despierta, la vida te ofrece un mundo de contrastes.
En días como hoy, llego al trabajo, me entero que la hermana de un compañero se ha muerto, con 38 años, y que deja a un niño de 5, un horror, porque es la segunda hermana que pierde,  el horror de la injusticia de la vida con las personas, con las buenas personas.
En días como hoy, abro mi correo laboral y me encuentro con que una de las alumnas cubanas que pasó por aquí, me envía fotos de su hermoso bebe de 2 meses, Rafael Omar se llama, Vivian tuvo un embarazo difícil, del que a pesar de las dificultades para tener acceso a internet en Cuba me fue contando desde el primer momento. Ese niño va a vivir en un país en situación difícil, pero estará feliz porque sus padres lo aman y quizás algún día conozca la libertad, pero la real, no la impostada. Y es en este momento cuando recuerdo que justo hace 3 años, por estas fechas estaba volando a La Habana, al reencuentro de amigos y de la ciudad, tras muchos años de ausencia y que allí viví un milagro, sí, yo que no soy creyente, me ví envuelta en la magia del concierto Paz sin Fronteras, organizado en la Plaza de la Revolución por Juanes, había que estar allí para saber lo que significó y yo estuve. Quizás sea el mejor concierto en el que he estado en toda mi vida y he estado en algunos ya.
En días como hoy,  detrás de ese correo, viene otro, de una alumna argentina, Dania, a la que el viernes le comuniqué que su tesis había sido calificada con la nota de sobresaliente, me cuenta que recibió el correo justo cuando salía de ver la ecografía de su futuro bebe, es lo bueno que tiene trabajar en esta universidad, los alumnos que vienen, pasan 3 meses entre nosotros y ese es un tiempo para la complicidad, para el compartir, y no termina cuando se marchan, y saber que sus vidas marchan por la senda de, más o menos, la felicidad, es muy reconfortante en mitad del caos. Los últimos años han sido duros para algunos alumnos de esta universidad, que por causas naturales, climatológicas  o de violencia del ser humano, que no están entre nosotros, pero que yo siempre recuerdo.
En días como hoy, también recibo muchos correos de alumnos y alumnas que renuncian a sus plazas porque no podrán pagar la matrícula e incluso habiéndoles concedido media beca, les es imposible pagar los costos de media matrícula, de alumnos a los que el gobierno español niega la visa, sin razón aparente, o tan aparente como que no disponer de una cuenta con corriente de 3000 euros, como a si a muchos españoles nos sobrara esa cantidad.
En días como hoy, que uno de mis sobrinos no ha parado de llorar porque no quiere volver al colegio, que mis sobrinos mellizos se estrenan como proyecto de estudiantes y mi madre vuelve a dar muestras de amor incondicional, te preguntas si merece la pena estar triste. Y la respuesta es sí, porque las tristezas, como las alegrías son emociones que hay que vivirlas con intensidad para sentir que estamos vivos.
En días como hoy, la emoción debería formar parte de nuestra educación, de la sentimental y la formativa, sin recortes, sin ajustes, sin vergüenza.
En días como hoy……de vuelta.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Soy mujer

Dedicado a todas las mujeres que los que hoy dicen defender con sus políticas,  hemos sido ofendidas

Y como tal en estos día de tanto terremoto, tengo derecho a decidir sobre mi vida, sobre mi cuerpo, sobre mi cabeza, sobre mis sentimientos y sobre mis pensamientos. Por esa razón no quiero que bajo ningún concepto nadie, absolutamente nadie decida sobre mi, sobre mi cuerpo, sobre que tengo que hacer, que tengo que decir, que tengo que decidir, que tengo que pensar. Y por tener ya suficiente edad para llevar a cabo estos actos para todo esto quiero y exijo el máximo respeto sobre mis derechos y libertades. Y quiero que exista el divorcio para poder divorciarme de manera justa si eso es lo que deseo, quiero poder abortar si por cualquier circunstancia me quedo embarazada y no quiero, no puedo o simplemente no voy a tenerlo y quiero abortar en plenas condiciones legales y sanitarias, no quiero verme envuelta en una sangría como a muchas otras mujeres que conozco les ha pasado. Quiero enamorarme de un hombre o de una mujer y si cuando me enamore quiero casarme quiero hacerlo con toda la libertad y los mismo derechos y deberes que lo hacen entre hombres y mujeres, porque esos derechos también son míos, y quiero tener hijos y si uno de mis hijos necesita un hermano para salvar su vida quiero poder tenerlo sin que nadie cuestione mi decisión y la ayuda de los médicos. Quiero que si la vida para llegar a la muerte viene acompañada de una enfermedad poder elegir el cómo, cuando y donde morir con dignidad, como he querido vivir y ahorrarme dolor y ahorrárselo a los que me quieren y quiero hacerlo con los mejores medios posibles. En definitiva quiero derechos para que podamos decidir si ejercerlos o no. Porque en eso consiste la democracia, aunque haya algún poder anómalo que aún no lo ha entendido.


Pd.: Este texto lo escribí en octubre del año 2009, desafortunadamente no tengo que tocarle ni una coma, porque todo puede empeorar

sábado, 14 de enero de 2012

Gijón y Huelva

No sé si este sea el tema más apropiado para retomar mi blog, tras una larga sequía  inspiradora, pero si siento que es algo que quiero decir.  Y ese algo que quiero decir está relacionado con el cine, con festivales, con cultura, con el saber, al menos con algo que a mí me gusta mucho.
Días pasados, se anunció por parte del nuevo gobierno asturiano la destitución del director del Festival de cine de Gijón, José Luis Cienfuegos tras 16 años ejerciendo el cargo, habiendo conseguido hacer de Gijón la capital mundial del buen cine independiente, y contribuyendo a que esa ciudad fuera un lugar de encuentro de miles de personas, sumándolas a las muchas que ya generaba la ciudad con otros eventos culturales que desafortunadamente también han sido borrados del mapa.
Me viene a la mente un  momento especial de los muchos que a lo largo de los años han contribuido a que el  festival de cine de Gijón  y el festival de cine iberoamericano de Huelva, mi festival, tengan un nexo especial.  Fue el año 2007 en que  la película Luz Silenciosa, del mexicano Carlos Reygadas  se alzó en el festival onubense con el premio a la mejor película y al mejor director. Al día siguiente Reygadas partía hacía Gijón, porque ese mismo año su festival le rendía una retrospectiva-homenaje con mesas redondas y donde se proyectarían sus otros trabajos. El regocijo que sentí al ser consciente que todos lo habitantes del festival gijonés sabrían que el director mexicano llegaba premiado y reconocido del festival de Huelva, aún perdura, porque esto hacía grande a nuestro festival.
Asimismo, recuerdo otros festivales, en los que el ya mítico y añorado periodista y crítico de cine de televisión española, Antonio Gasset abandonaba nuestro festival a mitad de la semana para irse al de Gijón o bien abandonaba el de Gijón para venirse a Huelva, porque a veces los dos festivales coincidían, por momentos esto me causaba mucha rabia, hasta el momento Reygadas, en que entendía que los dos festivales eran importantes, necesarios e imprescindibles, complementario y que cada uno tiene su función y que cada uno era importante para la ciudad y sus visitantes.
Es por eso que me causa tanta tristeza  la destitución del director de ese director y el cambio de rumbo que le quieren dar a ese festival, un festival que ya era mayor de edad y caminaba solo, un festival que ya han matado casi como quien mata un hijo. Es por eso que a pesar de la crisis es tan importante mantener el festival de cine iberoamericano de Huelva, y es tan importante que se mantenga  la confianza depositada en su director Eduardo Trías, porque a los hijos hay que dejarlos crecer en libertad.
Me siento tan orgullosa de que Huelva tenga esta clase de festival que este año celebrará las 38 edición, que entiendo la desolación y la orfandad de miles de gijoneses. Ser gobernante no le da a nadie derecho a pensar por los demás, ni a decidir cambiar e imponer sus gustos por encima de los de una mayoría que responde a los eventos culturales que los hacen crecer como personas y a la ciudad en todos los sentidos.
El saber en este país no ocupaba lugar, hasta ahora. A lo que parece, feliz año nuevo sin cultura. Menos cultura, más pobres, menos libres.