miércoles, 30 de enero de 2013

Enero

No soporto el mes de enero (europeo), no lo llevo bien. Es un mes frío, oscuro, tedioso, paralizante, un mes que empezando el día 7 dura más que ningún otro del año. Y no es por la famosa cuesta, no hay cuesta que se me resista, es que no me gusta.
Y no me gusta porque las calles se vacían y las rebajas se llenan, se llenan las tiendas de “vendo oro”, se llenan los consultorios médicos con la maldita gripe,  se llenan los gimnasios de gente que apenas aguantará un mes y se nos llena la cabeza de primeras ediciones de nada que nunca conseguiremos terminar. No me gusta porqué en Huelva nunca nieva y porque la lluvia es fría.
Enero es el mes al que siempre nos tiramos de cabeza como si fuera nuestra tabla de salvación para no salvarnos nunca y desgastarnos para cuando llegue febrerillo “el loco”. Enero es un mes hosco, duro, desagradable. Enero para mi es el mes más feo del mundo, de este lado del mundo.
En realidad, el mes de enero solo es útil por los amigos y familiares que cumplen años y con ello hacen que salga el sol, el mes de enero solo es un trámite para que las tardes empiecen a ser más largas y las noches más cortas, un tiempo para que recuperemos fuerzas tras diciembre y las calles se nos queden pequeñas.
Enero (europeo),  es un mes feo, mucho más que otro, pero necesario, de lo contrario no sabríamos que hacer con el resto del año, porqué ¿qué haríamos el resto del año con los propósitos de tener una nueva vida,  de leer más, de beber menos, de empezar a escribir, de dejar de fumar,  de cambiar de trabajo, de ciudad, de país, de ahorrar, de gastar menos o hacerlo de manera más sensata, de ser más amable, de hacer más el amor y de no tener siempre ganas de hacerlo, de ser más valiente, de enamorarte y de no volver a hacerlo, de hacer planes para el verano, de adelgazar, de no engordar, de poco protestar y actuar más, de leer menos periódicos y ver menos  televisión, de no comer tanto chocolate y cambiarlo por verduras, de dejar de teñirte y abrir paso a las canas, de querer irte de voluntaria a salvar el mundo, de tener un hijo y de no tenerlo, de ver más a tus amigos, de pasar más tiempo con tu familia, de seguir buscando la paz en el mundo, de no decir tantas palabrotas, de ser más ordenados y de dejar cosas al azar, de no salir tanto y de dejar de entrar más, de llorar menos  y de reír más, eh?
Pues este mes tan feo, que tan poco me gusta y que afortunadamente ya se termina, no es más que un mero espejismo  de la vida que nos gustaría tener, y que finalmente no tendremos porque como  en la canción Pedro Navaja, la vida te da sorpresas y aún queda casi, casi todo un año con su primavera y sobre todo, un verano.
Enero, ese más tan feo como inolvidable es el amor de juventud y sin el cual no seríamos lo que somos. Qué bueno  que ya te acabas. Y que volverás.