La pasada semana cuando llegué a
la oficina del campus donde trabajo y abrí mi correo corporativo me encontré
con el de una alumna becada por la universidad con una ayuda de matrícula y de
alojamiento y manutención a la que la embajada de España en Ecuador le habían
denegado la visa de estudiante por ser pobre. Sí, ya sé que esto es una libre
interpretación mía, pero estoy segura que vosotros pensaréis lo mismo cuando
leáis el motivo de tal negativa.
No es la primera vez que sucede, y
me temo que desafortunadamente no será la última; además, esto va por moda,
ahora le toca a Ecuador, pero anteriormente las negativas por sistema eran para
Colombia y sobre todo Perú, son varios las personas de nacionalidad peruana que
se han quedado sin poder disfrutar de las becas otorgadas por la negativa de la embajada de España en
Lima, y cuando mirabas las fotos de esas personas podías comprobar que la razón
de negarles la visa era su aspecto
indígena, estudiado, pero indígena.
Recuerdo la negativa a una alumna
colombiana con el motivo, al igual que en este caso, de no disponer de medios económicos y
citaba la cantidad de ¡¡¡3.500 euros!!! Sí, asombroso; recuerdo que la chica
llamó por teléfono para contarlo y le respondí “pero si ni siquiera yo tengo
esa cantidad ahorrada, la mayoría de la gente de este país no la tiene” y ella,
se echó a reír, lo que me produjo una inmensa ternura, porque era consciente de
que ella estaba sufriendo ante la negativa.
Todas estas negativas se producen
después de haber presentado, los solicitantes, todos los documentos
exigidos y desde la universidad, enviado solicitud e información de personas,
beca e institución, por correo electrónico, postal y por fax. Luego, tras la
negativa, vuelves a enviar los documentos y educadamente solicitas que por
favor reconsideren la negativa, que en la mayoría de los casos suele resolver dando la visa, como en este caso.
También os puedo contar de una
alumna de nacionalidad argentina que fue hasta el consulado de España en su
ciudad a pedir visa porque quería estar cubierta legalmente y allí le dijeron
que los ciudadanos argentinos no necesitan visa, y que como no iba a estar más
de 3 meses no tendría ningún problema y así se dispuso ella a volar, cuando
llegó al aeropuerto de Barajas y al no traer visa de estudio, la retuvieron
durante 24 horas en tierra de nadie y la deportaron, de nada sirvieron los
documentos que llevaba y la confesión de que le habían negado la visa. Aquí
ella narra lo sucedido Historia de Gilda Analía. La deportaron, perdió la beca, el dinero del pasaje y
las ganas de volver alguna vez a este país.
En fin, historias para no dormir,
ellos y ellas que ven como un sueño se esfuma y los negadores, a quien la
conciencia no les debería dejar vivir en paz.
Lo que me inquieta es saber de
primera mano que hay instituciones públicas que representan a este país en el
exterior que juegan a su antojo con los derechos de las personas, y alguien
podrá decirme que esas personas no tienen derechos en este país, pero se
olvidan de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que consagran los
derechos humanos en todo el mundo.
Y sobre todo, me pregunto, me
sigo preguntando ¿Quiénes somos nosotros para cerrarles las puertas a nadie?
mucho menos a ciudadanos de países que
no ha mucho tiempo, apenas el siglo pasado nos abrieron las puertas de par en
par; es más, en este siglo nos las siguen
abriendo, lo sé porque muchos de mis alumnos, gracias a que han hecho
amigos durante sus estancias entre nosotros, han emigrado y encontrado no solo
trabajo, sino calor humano para sobrellevar la dureza del exilio, calor y
educación que falta a muchos funcionarios.
Durante 18 años seguidos he estado viajando a Latinoamérica y solo he necesitado visa para entrar en Cuba y la he obtenido sin problemas, en el resto de países que he visitado (México, Nicaragüa, Costa Rica, El Salvador, Argentina y Uruguay) jamás he necesitado permiso para entrar, me han sellado el pasaporte sin problemas y hasta en la bienvenida había un agradecimiento por visitar su país.
La mayoría de las personas de Latinoamérica que vienen a estudiar a La Rábida se sienten orgullosos de sus países, lamento no poder decir lo mismo.
La mayoría de las personas de Latinoamérica que vienen a estudiar a La Rábida se sienten orgullosos de sus países, lamento no poder decir lo mismo.
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