jueves, 27 de noviembre de 2014

El festival

Un amigo que acaba de volver de Panamá al preguntarme como había ido el festival este año, me ha contado que durante la semana de su celebración ha visto como en todos los periódicos y otros medios de comunicación de ese país se hablaba, mucho y bien del festival de cine iberoamericano de Huelva, que este año estaba dedicado al cine de ese país. Y añadía “yo me he quedado sorprendido, parece que se habla más allí que aquí”

Pero no solo es esta anécdota de primera mano, amigas cubanas me escribieron diciendo “oye no te pierdas Bocacccerías habaneras ni Regreso a Ítaca”. Directoras de cine  que han estado en otras ediciones en Huelva le recomendaban a alguna amiga “no te pierdas González”, una película mexicana. Y hasta hubo una amiga argentina me dijo “tanto que te gusta la novela negra, debes ver Betibú, que está basada en una novela de Claudia Piñero”.

Porque eso es el festival, un abanico de películas de este y el otro lado del río; la diferencia es que allá es una fiesta y el lugar al que todos los cineastas quieren venir y acá es, pues es una pena. Basta durante esa semana echar un vistazo a la prensa Iberoamericana para saber cual es nuestro lugar, pero igual eso da una pereza inmensa.

Justo es decir que la selección de películas, tanto en la sesión oficial a concurso, como las sesiones paralelas, documentales y cortos ha sido bastante buena, como en los últimos años, no es fácil que todo lo que se proyecte en las salas sea digno, es algo que pasa en todos los festivales, personalmente he visto más cosas buenas que malas y eso siempre me produce satisfacción, no olvidemos que es la semana en que tenemos ocasión de conocer  el cine que se hace en Iberoamérica que es un hervidero de talento y trabajo.

Salvando esto, todo lo demás ha sido mucha desorganización, bastante frialdad, poco respeto por el espectador  y un error detrás de otros. Empezando por la proyección de las películas, cuya sesión a concurso estaba tan mal organizada con horarios tan raros que muchos periodistas y gran parte del jurado se han visto obligada a ver algunas de ellas en su casa para poder juzgarlas y ejercer su crítica. Todas las proyecciones oficiales han empezado con 10 o 15 minutos de retraso y no porque las presentaciones hayan sido largas (algunas ha rozado lo penoso) sino porque imprimir las entradas en un folio A4, sí, un folio, ha demorado mucho la entrada de espectadores en las salas. Por no hablar de entregas de premios que nadie esperaba antes del inicio de una película a concurso. De los premios Ciudad de Huelva, muy comprensible el de la argentina Soledad Villamil, que ha estado con películas en otras ediciones y es una muestra del muy buen cine de ese país. El de José Luis Garci, solo se explica por, en realidad no se explica por nada, hace años no hace cine, sus últimas películas han sido malas y olvidables y no tiene ninguna vinculación con el cine iberoamericano, por el que además siente un profundo desprecio que no oculta, quizás por desconocimiento.

Los premios La Luz han sido tan innecesarios que en algunas de las entregas no había más de 50 personas en la sala, salvo el de Mario Casas, claro está y aunque no lo entiendo, si se justifica por la repercusión, bien hecho está. Eso sí, el alcalde de Huelva, ha vuelto a colarse en todas las fotos, cosas de la víspera electoral.

Las galas  de apertura  y clausura no pudieron ser más aburridas, en concreto la de clausura fue un compendio de sosería, falta de guión y apatía por parte de los presentadores que no se justifica el dinero que cobraron por hacerla. Capítulo aparte merece el bochorno de que una cámara enfocará al director del festival felicitando a cada premiado antes de que subiera al escenario, viéndose reflejada su imagen en la pantalla grande situada en el escenario, algo insólito, eso no se ve en ningún festival sea grande o pequeño, y desde luego en este no lo había visto nunca, el protagonismo es de las películas y de quienes las hacen posible, esto solo se entiende en un total ego por parte de quien siendo el jefe debe estar siempre en segunda fila.

El festival ha cumplido este año 40 años, que se dice muy pronto, pero la celebración no ha estado a la altura del cumpleaños. Y bien que lo lamento. No se puede acusar de ellos a los miles de onubenses que han (hemos) acudido puntual a la cita como cada año, la responsabilidad recae en el patronato, que a pocos meses de la celebración de ese año, cesó al anterior director (sin una clara explicación) y nombró a uno nuevo, desconocedor de la ciudad, desconocedor de la importancia e idiosincrasia de este festival y que parece que ha venido aquí porque no tiene nada mejor que hacer. Y los patronos, a quienes se les llena la boca contando el dinero que ponen, deben saber que ese dinero no es suyo, es nuestro y no se debe jugar ni especular con él.

Tan feo ha sido todo, que en algunas redes sociales no se han publicado los premios oficiales del festival, el director ha desaparecido de la ciudad y nadie ha querido sacar pecho del evento, salvo los espectadores, una vez más.

Me cuentan que el director (que todavía es) quiere dedicar la próxima edición a México y a Inglaterra y desde este humilde rincón le digo, señor director México tiene una cinematografía tan amplia, antigua, versátil y poderosa que merece más de una edición y añado, Inglaterra es lo que más lejos está de Iberoamérica en toda Europa y ya tiene un estupendo festival de cine en Londres, evítenos esa vergüenza y póngase a trabajar por una celebración digna de la 41 edición, le va en el sueldo y se lo debe al cine que se hace en Iberoamérica  y a los onubenses.

Y esto es solo mi humilde opinión, seguramente equivocada y podría haberme callado, pero no me sentiría en paz, como decía mi amigo Ángel Romero en este artículo Mi verdad, esta es mi verdad, y quizás nadie la comparta, y cuando la suba a las redes tendrá pocas visitas, pero es lo que pienso, porque voy a cumplir 50 años y de los 40 que ha cumplido el festival, al menos 30 de ellos, el festival ha estado en mi vida y yo en las salas viendo sus películas y en la calle escuchando los acentos de quienes desde Portugal y Latinoamérica nos visitan y nos regalan su trabajo con la ilusión que los niños esperan los reyes magos.

Puede sonar pretencioso que yo titule este artículo el festival, porque festivales hay muchos, pero quienes me conocen y leen, saben perfectamente a que me refiero al Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, así, con mayúsculas. Y espero lo mejor de él, porque es lo mejor para Huelva y por ende, para todo lo que representa. El festival es un magnífico vehículo, si no el mejor, de promoción cultural,  turística y comercial para Huelva y quien no sepa verlo así, no trabaja para el presente y futuro de la ciudad y provincia. Tengo ideas, las ofrezco gratis.

Pd.; Y para que no me tachen de negativa, aqui en Adiós noviembre lo que escribí el año pasado .


viernes, 14 de noviembre de 2014

Cuestión de piel

Hace 20 años hice mi primer viaje a América Latina, concretamente a El Salvador,  y si que mi primer viaje al otro lado del río fuera a ese país suena raro, a mi también, porque era un país que no entraba en mis planes para nada; es cierto que lo conocía, sabía de su terrible historia, había recaudado fondos para el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), había asistido a charlas de sus representantes en Huelva, había sentido en el alma los asesinatos de monseñor Romero e Ignacio Ellacuría y me había roto el corazón el asesinato del poeta Roque Dalton, este a manos de sus propios camaradas del FMLN.

Y la razón de que fuera el primer país que visite es muy sencilla. Yo, que soy meticona por naturaleza,  había conocido a un periodista que trabajaba en la agencia Efe en Huelva, José Miguel Benítez se llama; Josemi había pasado muchos años en Centroamérica de voluntario y tratando de hacer de esa parte del mundo un lugar mejor, estando en Nicaragua conoció a una guerrillera salvadoreña, Ana, y se enamoraron, pasado un tiempo ella se exilió en Cuba y el regresó a España, tras los acuerdos de paz entre la guerrilla y el gobierno en el año 92 ambos regresaron a El Salvador, quería formar parte de la paz en ese país y formar una familia, cosa que hicieron y fue mi amistad con él la que me llevó a ese país.

Allí pude ver la violencia en las calles, la universidad centroamericana donde residen los jesuitas, visiten Morazán lugar donde se cometió una de las peores matanzas que se recuerda, visité la comunidad de Las Marías, donde guerrilleros y ex guerrilleros se afanaban en aprender a vivir juntos, pequeños y mayores.

También vi el volcán de San Salvador, una zona costera conocida como la Costa del Sol, pasee por pueblos cercanos a la capital y hasta una noche salí a bailar al son de un grupo de campesinos llamados Los Torogoces. Mención aparte merecen las pupusas, que son unas tortas de haría que tu puedes rellenar con lo que quieras, arroz, chicharrón, chorizo. Las pupusas son una razón más que suficiente para volver a ese país.
Luego he visitado México siete veces, Cuba tres veces, Argentina, Uruguay, Nicaragua, Costa Rica, algunos de estos viajes los he relatado aquí.  Y ¿Por qué México? Al otro lado del Río La vida en un vuelo La paz, la música, La Habana, los recuerdos

Por eso me llama mucho la atención como algunos prohombres de la comunicación en España, ante cualquier suceso terrible y doloroso que sucede en Latinoamérica, lo acompañan con la coletilla “esa región tan desconocida” como si eso fuera responsabilidad de ellos, sin asumir que nuestro desconocimiento está relacionado con nuestra ceguera y nuestra soberbia.

Hay quien me dice algunas veces que Latinoamérica me preocupa, me duele y me alegra más que otros lugares del planeta y es cierto, no me voy a disculpar por eso, ningún lugar ni sus circunstancias me es ajeno, pero no todos son mi lugar en el mundo y yo elijo cuales.Y siendo sincera, hasta algunos de esos países son más de mi que otros, por el poso que dejan dentro.

Cuando por circunstancias personales y la crisis económica no pude realizar mi viaje de cada año por esos rumbos, sentía que me faltaba el aire, he visitado otros lugares que me han encantado, pero desde hace tres años me falta un poco de aire y es el aire de aquellos rumbos, aire que espero volver a respirar en cualquier momento.Trabajar en una universidad a la que vienen muchos alumnos y muchas alumnas de aquellos lares, me hace no perder la distancia, ni el calor, ni el color, ni el sabor, pero quiero pisar esas calles nuevamente para aprender y seguir caminando. 

Latinoamérica, desde Tijuana a Tierra de fuego son nuestro hábitat natural, nuestros hermanos, nuestros espejos, abandonemos la ceguera y tendamos puentes, para esos no es necesario viajar, que también, hay libros, películas, música, pintura, arquitectura, colores y sabores. Y personas que van y vienen y que se quedan entre nosotros, pero no la vemos. Salgamos de la superficie, entremos  en la piel. Porque lo que te dice la piel, es lo real.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Con N de Noviembre

Es el primer día de otoño que me pongo las botas altas y las medias transparentes han dado paso a las medias opacas. Ya está más fresco y no hay marcha atrás, el verano parece haber concluido definitivamente, lo sé porque esa noche que va del domingo al lunes he sentido frío en la cama, aún no tengo manta, como si fuera un gesto de rebeldía.

He mirado mi armario y he observado que casi toda la ropa que tengo para el otoño- invierno parece de adolescente, faldas de vuelo cortas, maxifaldas con estampado de flores, un vestido vaquero muy barato que me sienta espectacular y rebecas de colores nada discretos. Como un desafío al clima; serás invierno, pero no me enterrarás en ropa.

Salgo a la calle y aunque temprano amanece pronto, y sé que eso no va a durar nada, en pocos días amanecerá casi a las 9 y caerá la noche poco después de las 6. Invierno lo llaman. Paso por una tienda que exhibe ropa para mujeres de mi edad y cuando he llegado a la estación de autobuses lo he olvidado.

Noviembre fresco, y lleno de días que por sí solo justifican su existencia. En noviembre Lucas cumple años; Lucas es uno  de mis sobrinos, pero no cualquiera, Lucas además es mi ahijado, cuando sus padres me pidieron que fuera su madrina les dije que no sabía si podría serlo porque hace años tengo presentada una declaración de apostasía en el obispado, ellos no pusieron objeción y el sacerdote que lo bautizó, amigo de la familia, tampoco. Lucas es el niño que yo quería que se llamara Marcos, dice unas frases geniales, es muy, muy cariñoso y desde pequeño yo le pregunto “¿quién es el niño más guapo del mundo?” y dice “yo” “¿y la más guapa?2 y dice “tú” y a mí eso siempre me arregla un mal día.

En noviembre también cumplen años mi hermana Marta, que es la madre de Martín (el último sobrino en llegar a la titidad) que  es una auténtica revolución. Y cumple años mi hermano Mané, que es el padre de Manuel, Pepe y Victoria, no necesito decir que esta es la niña de mis ojos, una miniyo que me tiene loca. También cumple años mi amiga Ché, que siempre, siempre está. Y mi amigo César, que no cumple años, cumple kilómetros.

Podríamos decir que noviembre se escribe con f de festival del cine iberoamericano. Este año cumple 40 años, es diez años más joven que yo, y a mí me gusta pensar que su salud es mejor que la mía, pero no estoy segura, en unos días veremos. El festival es lo que yo llamo la semana feliz (la mía) espero que este año la felicidad se vea correspondida, es lo que pasa en las historias de amor.

Noviembre es ese mes en el que se cumplen días de otro noviembre en el que un hombre que quieramo me dijo que había pensado en mi y en cuanto le gustaría hacerme el amor y el solo hecho de decirlo ya fue una caricia.

Y esto es lo que ha dado de sí intelectualmente mi día, unas pocas palabras ñoñas en mitad de la mierda que últimamente nos rodea.