Un amigo que acaba de volver de Panamá al preguntarme como había
ido el festival este año, me ha contado que durante la semana de su celebración
ha visto como en todos los periódicos y otros medios de comunicación de ese
país se hablaba, mucho y bien del festival de cine iberoamericano de Huelva,
que este año estaba dedicado al cine de ese país. Y añadía “yo me he quedado
sorprendido, parece que se habla más allí que aquí”
Pero no solo es esta anécdota de primera mano, amigas cubanas
me escribieron diciendo “oye no te pierdas Bocacccerías
habaneras ni Regreso a Ítaca”.
Directoras de cine que han estado en
otras ediciones en Huelva le recomendaban a alguna amiga “no te pierdas González”, una película mexicana. Y hasta
hubo una amiga argentina me dijo “tanto que te gusta la novela negra, debes ver
Betibú, que está basada en una novela
de Claudia Piñero”.
Porque eso es el festival, un abanico de películas de este y el
otro lado del río; la diferencia es que allá es una fiesta y el lugar al que
todos los cineastas quieren venir y acá es, pues es una pena. Basta durante esa semana echar un vistazo a la prensa Iberoamericana para saber cual es nuestro lugar, pero igual eso da una pereza inmensa.
Justo es decir que la selección de películas, tanto en la sesión
oficial a concurso, como las sesiones paralelas, documentales y cortos ha sido
bastante buena, como en los últimos años, no es fácil que todo lo que se
proyecte en las salas sea digno, es algo que pasa en todos los festivales,
personalmente he visto más cosas buenas que malas y eso siempre me produce
satisfacción, no olvidemos que es la semana en que tenemos ocasión de
conocer el cine que se hace en
Iberoamérica que es un hervidero de talento y trabajo.
Salvando esto, todo lo demás ha sido mucha desorganización,
bastante frialdad, poco respeto por el espectador y un error detrás de otros. Empezando por la
proyección de las películas, cuya sesión a concurso estaba tan mal organizada
con horarios tan raros que muchos periodistas y gran parte del jurado se han
visto obligada a ver algunas de ellas en su casa para poder juzgarlas y ejercer
su crítica. Todas las proyecciones oficiales han empezado con 10 o 15 minutos
de retraso y no porque las presentaciones hayan sido largas (algunas ha rozado
lo penoso) sino porque imprimir las entradas en un folio A4, sí, un folio, ha
demorado mucho la entrada de espectadores en las salas. Por no hablar de
entregas de premios que nadie esperaba antes del inicio de una película a
concurso. De los premios Ciudad de Huelva, muy comprensible el de la argentina
Soledad Villamil, que ha estado con películas en otras ediciones y es una
muestra del muy buen cine de ese país. El de José Luis Garci, solo se explica
por, en realidad no se explica por nada, hace años no hace cine, sus últimas
películas han sido malas y olvidables y no tiene ninguna vinculación con el
cine iberoamericano, por el que además siente un profundo desprecio que no
oculta, quizás por desconocimiento.
Los premios La Luz han sido tan innecesarios que en algunas de
las entregas no había más de 50 personas en la sala, salvo el de Mario Casas,
claro está y aunque no lo entiendo, si se justifica por la repercusión, bien
hecho está. Eso sí, el alcalde de Huelva, ha vuelto a colarse en todas las
fotos, cosas de la víspera electoral.
Las galas de
apertura y clausura no pudieron ser más
aburridas, en concreto la de clausura fue un compendio de sosería, falta de
guión y apatía por parte de los presentadores que no se justifica el dinero que
cobraron por hacerla. Capítulo aparte merece el bochorno de que una cámara
enfocará al director del festival felicitando a cada premiado antes de que
subiera al escenario, viéndose reflejada su imagen en la pantalla grande
situada en el escenario, algo insólito, eso no se ve en ningún festival sea
grande o pequeño, y desde luego en este no lo había visto nunca, el
protagonismo es de las películas y de quienes las hacen posible, esto solo se
entiende en un total ego por parte de quien siendo el jefe debe estar siempre
en segunda fila.
El festival ha cumplido este año 40 años, que se dice muy
pronto, pero la celebración no ha estado a la altura del cumpleaños. Y bien que
lo lamento. No se puede acusar de ellos a los miles de onubenses que han
(hemos) acudido puntual a la cita como cada año, la responsabilidad recae en el
patronato, que a pocos meses de la celebración de ese año, cesó al anterior
director (sin una clara explicación) y nombró a uno nuevo, desconocedor de la
ciudad, desconocedor de la importancia e idiosincrasia de este festival y que
parece que ha venido aquí porque no tiene nada mejor que hacer. Y los patronos, a quienes se les llena la boca contando el dinero que ponen, deben saber que ese dinero no es suyo, es nuestro y no se debe jugar ni especular con él.
Tan feo ha sido todo, que en algunas redes sociales no se han
publicado los premios oficiales del festival, el director ha desaparecido de la
ciudad y nadie ha querido sacar pecho del evento, salvo los espectadores, una
vez más.
Me cuentan que el director (que todavía es) quiere dedicar la
próxima edición a México y a Inglaterra y desde este humilde rincón le digo,
señor director México tiene una cinematografía tan amplia, antigua, versátil y
poderosa que merece más de una edición y añado, Inglaterra es lo que más lejos
está de Iberoamérica en toda Europa y ya tiene un estupendo festival de cine en
Londres, evítenos esa vergüenza y póngase a trabajar por una celebración digna
de la 41 edición, le va en el sueldo y se lo debe al cine que se hace en
Iberoamérica y a los onubenses.
Y esto es solo mi humilde opinión, seguramente equivocada y podría
haberme callado, pero no me sentiría en paz, como decía mi amigo Ángel Romero en
este artículo Mi verdad, esta es mi verdad, y quizás nadie la comparta, y cuando la suba
a las redes tendrá pocas visitas, pero es lo que pienso, porque voy a cumplir
50 años y de los 40 que ha cumplido el festival, al menos 30 de ellos, el
festival ha estado en mi vida y yo en las salas viendo sus películas y en la
calle escuchando los acentos de quienes desde Portugal y Latinoamérica nos
visitan y nos regalan su trabajo con la ilusión que los niños esperan los reyes
magos.
Puede sonar pretencioso que yo titule este artículo el
festival, porque festivales hay muchos, pero quienes me conocen y leen, saben
perfectamente a que me refiero al Festival de Cine Iberoamericano de Huelva,
así, con mayúsculas. Y espero lo mejor de él, porque es lo mejor para Huelva y
por ende, para todo lo que representa. El festival es un magnífico vehículo, si no el mejor, de promoción cultural, turística y comercial para Huelva y quien no sepa verlo así, no trabaja para el presente y futuro de la ciudad y provincia. Tengo ideas, las ofrezco gratis.
Pd.; Y para que no me tachen de negativa, aqui en Adiós noviembre lo que escribí el año pasado .