Hace 20 años hice mi primer viaje
a América Latina, concretamente a El Salvador,
y si que mi primer viaje al otro lado del río fuera a ese país suena raro, a mi
también, porque era un país que no entraba en mis planes para nada; es cierto
que lo conocía, sabía de su terrible historia, había recaudado fondos para el
Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), había asistido a
charlas de sus representantes en Huelva, había sentido en el alma los
asesinatos de monseñor Romero e Ignacio Ellacuría y me había roto el corazón el
asesinato del poeta Roque Dalton, este a manos de sus propios camaradas del
FMLN.
Y la razón de que fuera el primer
país que visite es muy sencilla. Yo, que soy meticona por naturaleza, había conocido a un periodista que trabajaba
en la agencia Efe en Huelva, José Miguel Benítez se llama; Josemi había pasado
muchos años en Centroamérica de voluntario y tratando de hacer de esa parte del
mundo un lugar mejor, estando en Nicaragua conoció a una guerrillera
salvadoreña, Ana, y se enamoraron, pasado un tiempo ella se exilió en Cuba y el
regresó a España, tras los acuerdos de paz entre la guerrilla y el gobierno en
el año 92 ambos regresaron a El Salvador, quería formar parte de la paz en ese
país y formar una familia, cosa que hicieron y fue mi amistad con él la que me
llevó a ese país.
Allí pude ver la violencia en las
calles, la universidad centroamericana donde residen los jesuitas, visiten
Morazán lugar donde se cometió una de las peores matanzas que se recuerda,
visité la comunidad de Las Marías, donde guerrilleros y ex guerrilleros se
afanaban en aprender a vivir juntos, pequeños y mayores.
También vi el volcán de San
Salvador, una zona costera conocida como la Costa del Sol, pasee por pueblos
cercanos a la capital y hasta una noche salí a bailar al son de un grupo de
campesinos llamados Los Torogoces. Mención aparte merecen las pupusas, que son
unas tortas de haría que tu puedes rellenar con lo que quieras, arroz,
chicharrón, chorizo. Las pupusas son una razón más que suficiente para volver a
ese país.
Luego he visitado México siete
veces, Cuba tres veces, Argentina, Uruguay, Nicaragua, Costa Rica, algunos de
estos viajes los he relatado aquí. Y ¿Por qué México? Al otro lado del Río La vida en un vuelo La paz, la música, La Habana, los recuerdos
Por eso me llama mucho la
atención como algunos prohombres de la comunicación en España, ante cualquier
suceso terrible y doloroso que sucede en Latinoamérica, lo acompañan con la
coletilla “esa región tan desconocida” como si eso fuera responsabilidad de ellos,
sin asumir que nuestro desconocimiento está relacionado con nuestra ceguera y
nuestra soberbia.
Hay quien me dice algunas veces que Latinoamérica me preocupa, me duele y me alegra más que otros lugares del planeta y es cierto, no me voy a disculpar por eso, ningún lugar ni sus circunstancias me es ajeno, pero no todos son mi lugar en el mundo y yo elijo cuales.Y siendo sincera, hasta algunos de esos países son más de mi que otros, por el poso que dejan dentro.
Cuando por circunstancias personales y la crisis económica no pude realizar mi viaje de cada año por esos rumbos, sentía que me faltaba el aire, he visitado otros lugares que me han encantado, pero desde hace tres años me falta un poco de aire y es el aire de aquellos rumbos, aire que espero volver a respirar en cualquier momento.Trabajar en una universidad a la que vienen muchos alumnos y muchas alumnas de aquellos lares, me hace no perder la distancia, ni el calor, ni el color, ni el sabor, pero quiero pisar esas calles nuevamente para aprender y seguir caminando.
Hay quien me dice algunas veces que Latinoamérica me preocupa, me duele y me alegra más que otros lugares del planeta y es cierto, no me voy a disculpar por eso, ningún lugar ni sus circunstancias me es ajeno, pero no todos son mi lugar en el mundo y yo elijo cuales.Y siendo sincera, hasta algunos de esos países son más de mi que otros, por el poso que dejan dentro.
Cuando por circunstancias personales y la crisis económica no pude realizar mi viaje de cada año por esos rumbos, sentía que me faltaba el aire, he visitado otros lugares que me han encantado, pero desde hace tres años me falta un poco de aire y es el aire de aquellos rumbos, aire que espero volver a respirar en cualquier momento.Trabajar en una universidad a la que vienen muchos alumnos y muchas alumnas de aquellos lares, me hace no perder la distancia, ni el calor, ni el color, ni el sabor, pero quiero pisar esas calles nuevamente para aprender y seguir caminando.
Latinoamérica, desde Tijuana a
Tierra de fuego son nuestro hábitat natural, nuestros hermanos, nuestros
espejos, abandonemos la ceguera y tendamos puentes, para esos no es necesario
viajar, que también, hay libros, películas, música, pintura, arquitectura,
colores y sabores. Y personas que van y vienen y que se quedan entre nosotros,
pero no la vemos. Salgamos de la superficie, entremos en la piel. Porque lo que te dice la piel, es
lo real.
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