miércoles, 30 de septiembre de 2015

Paredes que hablan

Chile (toma 5)

Pintar paredes se ha convertido en un arte. Las paredes hablan y definen a las ciudades y a sus habitantes. Y hay ciudades que se  sienten orgullosas de ese arte y lo empiezan a incorporar como atractivo turístico.

He visto y fotografiado muchos grafitis en Valdivia, hay más que he visto al pasar en coche por las calles de esta ciudad y algunos están desgastados por el tiempo. Aquí va una muestra, que espero que disfrutéis.

Terrorismo

Indígena Mapuche
Casa



"Cuándo no haya árboles ¿qué haremos con el cemento?"

Libertad y resistencia


Defensa de los Mapuches

"Se me cortan las manos por ser pobre"


Valdivia es una ciudad marinera

Dioses del mar

Reivindicando la educación pública para todos y todas en las paredes del campus de la universidad



"Aquí estoy yo, Frida, sintiéndome tan extraña como tú, mi sangre es un milagro" Frida y sus cosas en las paredes de la universidad

Funcionarios, docentes y estudiantes, a democratizar la Uach





Se llamaba Legado, dicen que por ahí pasaron los mejores músicos, tiene la cara de Elvis en el techo
Siempre a desalamabrar


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domingo, 27 de septiembre de 2015

Cuando te llaman dama


Chile (toma 4)

Ya llovió y justo el fin de semana, sábado y domingo, sin parar, o casi, parando a ratos pequeños, muy pequeños. Lluvia fría, la más fría que haya sentido nunca. Dicen algunos habitantes de Valdivia que en primavera no debería llover tanto, y yo sonrío y encojo los hombros.

El viernes fui a escuchar música de la región, no era un concierto; son un grupo de amigos que hacen folclore de manera teatral, y lo que vi el viernes fue la representación de una boda por estos lares, con una novia embarazadísima por cierto, muy divertida y la música, muchas cuecas, daban ganas de salir a bailar. Al finalizar, los miembros del grupo se ponen en la puerta del auditorio para agradecer a las personas que han acudido a verlos y escucharlos. Personas humildes, actores y público.

El sábado íbamos a pasear para conocer, el aguacero cambia los planes, nos invitan a una parrilla de carne, mucha carne, más de la que puedo digerir, regada con vino chileno y conversación. Nos animamos a salir a pasear un poco, aunque el día invita a todo lo contrario. Vamos al Océano pacífico, a Niebla, Los Molinos, la isla de Mancera a lo lejos. Apenas nadie se ha animado a salir.

Es reconfortante comprobar como en localidades pequeñas, las costumbres son las mismas; las personas se cruzan y se saludan, se conozcan o no, eso nos pasa en la costa, siempre hay un “buenas tardes” y una sonrisa.

En la playa de Niebla hay lo que aquí llaman mercado costumbrista, es un lugar donde venden artesanías, pocas y comidas, muchas; todo tipo de empanadas, panes, sopaipilas, chichas, hasta donde los sentidos empiezan a confundirse por querer probarlo todo, todo. No hay mucho público, la lluvia.

Al leer sopaipila pregunto qué es, así me paso el día, preguntado que es todo, al menos todo lo relacionado con la comida y me dicen que es una masa de pan frita a la que por encima se le pone una salsa de tomate picante, me la pido sin picante con una infusión de manzanilla, la ingesta de parrilla no deja espacio para mucho más. Mientras la preparan, mi acompañante dice “ella viene de España” y la señora que nos atiende dice “¿de España? y ¿quién la mando a venir a Valdivia? acá no viene nadie de fuera de Chile, pué “ sonrío, lo hago mucho estos días, me parece una buena tarjeta de visita, y le respondo “no me ha mandado nadie, he sido yo la que ha querido venir y estoy muy contenta de haberlo hecho”, le pido la receta de la sopaipila y dice que no puede dármela, es secreto, no es la primera vez que responden algo así relacionado con la comida; pagamos, nos despedimos y nos sentamos a saborearla.

Nos volvemos a Valdivia, se celebra la fiesta de la primavera y hay que conocerlas, difícil, llueve. Así que de vuelta en la ciudad decido ir a comprar un paraguas, entro en varias tiendas y en ninguna los venden, solo en una que ya está cerrada; lo mejor de esta búsqueda es un señor que me ha llamado dama (bueno, yo lo he sentido como si lo pronunciara en mayúsculas) dos veces, al preguntar que quería y al indicarme donde queda la tienda y despedirse, eso me ha gustado mucho. Por el calor y ayer lo necesitaba.


Las reinas de las fiestas de la primavera, se celebró a pesar de la lluvia

Ojo cuidao!

Museo Philippi

Bar Argentino

Cruce de calles y de cables


¡Sopaipilas!

Puesto de Chichas

Isla Mancera

Niebla, al frente Japón

Los Molinos




viernes, 25 de septiembre de 2015

La estancia

Chile (toma 3) 

En la universidad paso el día entre las diez de la mañana y la seis de la tarde; es una estancia de trabajo, no son vacaciones. No contaré mucho de lo que hago porque tengo que preparar un informe cuando termine y entregarlo a la vuelta, si diré que todas y todos están siendo muy colaboradores y atentos y están haciendo que la estancia sea grata en lo profesional y en lo personal, tal y como prometieron. Ah! comer en el comedor universitario mola.

Por cierto, la universidad es el verdadero motor económico de la ciudad, ¿imagináis algo así en alguna de nuestras ciudades? Según me cuentan el turismo viene en verano y cuando en fiestas familiares vuelven quienes residen fuera, el resto del tiempo la vida económica y cultural gira en torno a la universidad y parecen estar muy orgullosos de eso. Ya pueden.

Me alojo en una residencia universitaria que la Universidad Austral está acondicionando para profesores invitados, doctorandos, y personas con movilidad entre universidades. En este momento residimos dos personas, Fredy y yo.

Fredy es un chico nicaragüense que estudia veterinaria, y es responsable de la residencia cuando no está en la facultad. Sin apenas conocernos, me ayudo a conectar el ordenador y cuando este se quedó sin batería y no podía cargarlo por incompatibilidad con el enchufe, le faltó tiempo para decir que iba a comprarlo y lo traía, así fue; de hecho, tardó un poco más de lo que pensaba en traerlo y lo primero que hizo fue disculparse. Solo un pero, no consigo que me hable de tú, estás canas mías imponen, creo.

Fredy ha prometido buscar plátanos para hacer patacones, que es una comida deliciosa que hacen en su país y que no como desde que estuve allí, así que por eso, feliz.

También está Patricia, es la señora que limpia la residencia. Desde el primer día me ofreció un café y al saber que yo iba a desayunar fuera de la residencia, decidió que no, y hoy ha traído pan para tostadas y mantequilla para cuando nos levantemos. También me habla de usted, claro que es más joven que yo, tiene cuatro hijas y es muy bonita.

Patricia ha resuelto esta mañana lo del desayuno; ha traído pan de molde y mantequilla, que dice que ya no quiere que ande vagando temprano por la ciudad buscando donde desayunar; ahora ya saldré un poco más reconstituida gracias a ella, así que por eso, feliz.

Tengo que decir que también he descubierto un lugar cerca del mercado fluvial, que se llama “la princesita” muy coqueto y diminuto, donde hacen comida casera, con rico pan, de las que engordan, que aquí  eso de las tostadas me parece  que es considerado poco nutritivo, a tenor de los panes con carne y las empanadas rellenas que se meten entre pecho y espalda desde bien temprano. En ese lugar pides un café con leche, te preguntan si ¿azúcar o endulzante? y ya te lo dan con el azúcar movido, como si lo preparara tu madre.

Y sigo aprendiendo; la residencia universitaria está empezando a caminar y de momento no dispone de lavadora, así que lavo algunas cosas a manos, qué podría llevarlas a que las laven, pero es como hacer cosas que ya no sueles y que te enseñaron de pequeña. También me siento volver a la niñez cuando recorriendo la ciudad veo cosas que me llaman la atención y hasta provocan ternura, creo que Valdivia se parece más a mi pueblo que a la ciudad. Es muy pueblerina y todos coinciden en que en eso radica su encanto, no quieren ser lo que no son.

Sigue sin llover. Se acerca el fin de semana y parece que el tiempo transcurre lento e igual lo hace rápido; ya hace una semana que estoy aquí. Veo a las personas caminar muy abrigadas, no siento tanto el frío y eso que es como el de Huelva, frío húmedo que te llega a los huesos, aunque he pasado del bikini a las botas y de las tirantas al chaquetón, la temperatura la siento agradable, claro que los lugareños dicen que en verano hace un calor insoportable y ¡¡no pasan de los 30 grados!! Quizás, el hecho de que vayan tan abrigados los convierte en tan cálidos.

A veces, en la noche, tras el paseo, cenar algo y charlar con Fredy, es el momento de retirarse. Ver la tele chilena, escribir, leer  y es entonces cuando llega la melancolía y nos acompañamos, hasta que a la mañana siguiente suena el bosque y es el momento de volver a empezar. 



Mercado Artesanal

Jardín botánico de la universidad

Faro en el puerto que dentro tiene un péndulo de Foucault
Y así...

La globalización


La reina Leticia omnipresente

Teatro Cervantes, del año 1935 y al parecer en proceso de restauración

Plaza Central

miércoles, 23 de septiembre de 2015

La distancia

Chile (toma 2)

Va por el quinto día de estancia en Valdivia y aún no ha llovido, no soy la única en celebrarlo, valdivianos y valdivianas también y lo hacen como en cualquier lugar, estando en la calle más tiempo del habitual. Acaba de empezar la primavera así que hay motivos de sobra disfrutar del sol o de la no lluvia.

Valdivia es una ciudad pequeña, según me han contado los anfitriones apenas tiene cien mil habitantes (muchos menos que Huelva) y hasta donde he podido conocer hasta ahora, manejable para caminar, amable, acogedora y bonita; esto es muy importante, porque después del tiempo que paso en la universidad, algunos ratos tengo que caminar sola y prefiero hacerlo en lugares así, en los que no hay posibilidad de sentirte mal por ninguna razón que tenga que ver con la seguridad.

Y ¿qué he aprendido? Todo lo que he aprendido hasta ahora tiene que ver con el sentido del humor y con lo de no sentirse únicos en este planeta llamado tierra. Os cuento.

El sábado llegué muy cansada, tanto, que todo lo que quería era dormir y lo hice; claro que entre dormir mucho y el cambio de hora se me olvido cenar y cuando amanecí el domingo bien temprano mi objetivo era café y tostadas. Como si no hubiera salido de Huelva; y muy dispuesta salí a la calle a eso de las 9 de la mañana. Nadie en las calles, solo los barrenderos y yo. Todos los bares cerrados, y recorrí varios, sin alejarme mucho de la residencia universitaria pues no conocía; unos pasos más allá, los lugareños estaban montando el mercado fluvial, pero ni rastro de café. Estaba a punto de echarme a llorar cuando recordé que había pasado por la puerta de un hotel y se me ocurrió entrar. Efectivamente, allí servían desayunos incluso para que quienes no son clientes, casi me pongo a bailar de alegría; subí hasta el piso doce y pensando que igual no me daban los pesos que tenía para pagar, me serví un café y dos tostadas pequeñas, pedí la cuenta (si tenía bastante) y salí de allí. Por el camino descubrí un local de comidas rápidas de los que abren las 24 horas y allí si tomé un café bastante malo más tranquilamente. Al rato, pensé que al ser domingo y fiestas patrias todos duermen hasta tarde y los dueños de los bares, también.

Más tarde, fui a almorzar con algunos de los anfitriones de la universidad y luego a pasear hasta encontrar lobos marinos durmiendo y retozando, algo que disfrute como niña ¡¡nunca había visto leones marinos tan cerca!! Pasear es algo que estoy haciendo a diario, tras salir de la universidad, cada día un rincón distinto de la ciudad.

El lunes, antes de ir a la universidad, volví de nuevos mis pasos al centro de la ciudad, con la misma intención, desayunar. No había excusas, era lunes, se habían acabado las fiestas patrias, tiene que haber bares abiertos. No, el lunes después de las fiestas no es festivo, pero casi, así que la cantina que me indicaron no estaba abierta, así que esta vez fui directamente al establecimiento que abre 24 horas y tomé café con pan sin tostar. 

El martes repetí la operación temprano con el mismo resultado, los bares si abren sobre las diez u once de la mañana, así que me dirigí a otro establecimiento de comida rápida (cuyo nombre me abstendré de decir para no acabar con la poca reputación que me quede) y desayuné por fin un pan caliente.

Hoy me ha sucedido algo bonito o me lo ha parecido a mí. Mientras pedía un café en el mismo bar para desayunar la chica que me ha atendido ha dicho, usted es europea ¿verdad? le he sonreído y respondido que sí. Ha sonado muy bien eso de europea; luego ha asegurado, de España y he vuelto a responder afirmativamente. He llegado a la conclusión de que prefiero ser europea, es más ancho, más largo y mola más, aunque no sea el mejor momento para Europa.

Por cierto, para almorzar, merendar y cenar, no hay problema siempre que cenes temprano, se come rico, barato y no en lugares de comida rápida. Eso sí, vente si prejuicios ni ideas preconcebidas y deja tus costumbres españolas en España, tienes toda la vida cuando vuelvas para comer las  tostadas de toda la vida.

Volatines, los niños los hacen volar especialmente en fiestas patrias

Todo ternura el marketing de este puesto del mercado

Señor valdiviano en fiestas patrias

¡¡¡Lobos marinos!!! felices retozando y durmiendo

La mayoría de las casa de la ciudad hacen ondear este mes la bandera chilena

Casas de madera para el frío y la lluvia en toda la ciudad, esta en la parte nueva y más acomodada

Puesto de frutas en "el pueblito"

Casas de madera en zonas menos acomodadas y más viejas

"Que los sueños de la calle sean los objetivos del gobierno" pintada callejera

Mercado "el pueblito"
Mercado fluvial en Valdivia 
La Perla del Sur